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En 2023, el sector financiero enfrenta un momento crucial marcado por regulaciones transformadoras. Los individuos de alto valor neto e inversores en América Latina y Estados Unidos (excluyendo a los ciudadanos estadounidenses) deben navegar estos cambios, que reflejan una respuesta global a los desafíos económicos y avances tecnológicos.
El panorama financiero global está actualmente guiado por una confluencia de alta inflación, tasas de interés volátiles, interrupciones en la cadena de suministro y desaceleraciones económicas. Estos factores han empujado a los reguladores a enfocarse en asegurar la resiliencia financiera y operativa. La gestión del riesgo crediticio está bajo un escrutinio intenso, con los prestamistas y firmas de inversión requeridos para demostrar estrategias robustas de manejo de riesgos. Los bancos centrales están intensificando esfuerzos para entender las vulnerabilidades del mercado, enfatizando pruebas de estrés y prácticas vigilantes de margen. Los riesgos de conducta, particularmente en finanzas al consumidor, han aumentado debido a la crisis del costo de vida, impulsando a los reguladores a aplicar estándares más altos de supervisión de conducta.
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